Renacimiento

En la música, el Renacimiento surgió en el siglo XV en Florencia, Italia y terminó a finales del siglo XVI. Estuvo marcado por el Humanismo, es decir, el hombre es el centro de todo. Daba gran libertad al artista para expresar sus sentimientos, pero sin dejar el ideal de belleza, serenidad y equilibrio.



Se destaca el empleo de cantus firmus, técnica compositiva en el que se hace una pieza polifónica en torno a una melodía reconocida, sea del canto llano o profana. Los compositores no solo creaban música para la iglesia, sino que creaban canciones profanas. Además, marca un gran desarrollo de la polifonía, y del mismo modo, la música instrumental empieza a ganar importancia para la corte, acompañando principalmente al madrigal, forma musical profana que se hizo muy popular en el periodo.

Con la Reforma en 1517 y en cabeza de Martín Lutero, gran parte de Europa se vinculó a la iglesia protestante, llevando a que la música para la liturgia se realizara con melodías más sencillas e himnarios y dejando de lado el latín, para que así los fieles pudieran cantar en el rito, en lugar de utilizar las misas polifónicas cantadas por los coros de las iglesias.



En oposición a la Reforma, la iglesia católica propone la Contrarreforma, con la cual se opta por una polifonía más simple, evitando la armonía disonante y que enfatizaba en la claridad de las palabras. En este periodo empiezan a utilizarse acordes con terceras. El concilio de Trento (1545 – 1563) estableció las directrices que debía seguir la música sacra para limitar la disonancia, frenar la ornamentación y depurar la polifonía. Con estas directrices, Giovanni Pierluigi da Palestrina, creyó que la música sacra podía quedar relegada al canto llano, por lo que preparó una misa a cuatro voces para que la música pudiera servir al texto. Esto fue bien tomado en el Concilio, por lo que se considera a este compositor como el “salvador de la polifonía”.



Con la invención de la imprenta, se logra mayor difusión de la música en las regiones pues facilita copiar cada obra con menor tiempo. La notación del siglo XV permitió a los compositores plasmar sus ideas musicales con mayor precisión. Además, como los compositores también componían canciones profanas, dedicadas al amor y lo social, estas obras nada litúrgicas, que se perdieron en la Edad Media, quedaron establecidas en notación para el renacimiento. La música popular fue un vehículo para difundir ideas, y fue el sello distintivo de la nueva iglesia reformada.



Los reyes en este periodo, a pesar de ser protestantes, permitían a los compositores escribir música sacra en latín, además de misas en sus idiomas correspondientes. Esto permitió mayor crecimiento de las formas polifónicas y de las canciones litúrgicas en Europa. Los himnos ya no necesariamente tenían que ser a capella, empieza a haber acompañamiento instrumental en las liturgias.


Algunos ejemplos sonoros:

  • Giovanni Pierluigi da Palestrina - Sicut Servus

  • Ave Maria - Tomas Luis de Victoria

  • Juan del Encina - Si habrá en este baldrés

  • Tres morillas m' enamoran





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